martes, 27 de septiembre de 2011

LOS ESTADOS DE ANIMO


El estado de ánimo es un estado emocional que permanece durante un período relativamente largo. Se diferencian de las emociones en que son menos específicos, menos intensos, más duraderos y menos dados a ser activados por un determinado estímulo o evento.

Los estados de ánimo suelen tener una determinada valencia, o lo que es lo mismo, se suele hablar de buen y de mal estado de ánimo. A diferencia de las emociones, como el miedo o la sorpresa, un estado de ánimo puede durar horas o días.

También se diferencian del temperamento o la personalidad, los cuales generalmente no suelen tener una componente temporal, si no que son actitudes permanentes en el tiempo. No obstante, determinados tipos de personalidades, como el optimismo o la neurosis pueden predisponer al sujeto a unos determinados estados de ánimo. Ciertas alteraciones del estado de ánimo como la depresión o el trastorno bipolar forman una clase de patologías denominadas trastornos del estado de animo

Según algunos psicólogos como Robert Thayer, el estado de ánimo es una relación entre dos variables: energía y tensión. Según esta teoría, el estado de ánimo divergiría entre un estado energético (de más cansado a más activo) y un estado referido al grado de nerviosismo (entre más calmado o más tenso), considerándose el mejor un estado calmado-energético y el peor un estado tenso-cansado. Thayer también defiende una conexión especial entre alimentación y ejercicio físico el estado de ánimo.

Un reciente metaanalisis llegó a la conclusión de que, contrariamente al estereotipo del artista sufridor, la felicidad es uno de los factores que propician la creatividad, mientras que un bajo estado de ánimo propiciaría menores niveles de ésta.

OTRO CONSEPTO SOBRE EL ESTADO DE ANIMO

 El modelo es el de Aprendizaje Transformacional, que nos invita a asimilar lo que aprendemos, y hacerlo parte del observador cada vez más activo que estamos siendo.
Sólo podemos cambiar el mundo que somos capaces de observar. Sólo podemos entender y servir a nuestro cliente, en procesos de Coaching,  en la medida que nos entendemos a nosotros mismos.
La frase a la que me refiero en el párrafo anterior es  la de Mahatma Ghandi: “Uno tiene que ser el cambio que quiere ver en el mundo”.
CUERPO, EMOCIONALIDAD Y LENGUAJE




Estos tres  aspectos del ser, lenguaje, cuerpo y emoción,  conforman una congruencia cuyos componentes se influyen entre sí, y en su totalidad. Esto abre la posibilidad de utilizar cualquiera de ellos  para  modificar a los otros dos. Podemos modificar un estado anímico de apatía, por ejemplo, invitando al cliente a un caminar   fisiológico y luego sinérgico, dentro de un proceso de Coaching (como lo hemos experimentado en las  vivencias  de Biodanza).
A partir de una coherencia inicial en un cliente, por ejemplo, la transformación que podemos producir en cualquiera de los dominios de lenguaje, cuerpo ó emoción, se traduce en modificaciones de los otros, y estos cambios resultan en una coherencia distinta, en línea con los resultados a los que aspira el cliente.
A menudo, los cambios en uno de los tres dominios no logran conservarse, debido a la presión de coherencia que proviene de los otros dos. Ello obliga muy frecuentemente a intervenir simultáneamente en los tres dominios, para asegurar que las transformaciones producidas en uno de ellos sean coherentes en los otros.
Nuestra vida emocional es un factor crucial en cada esfera de la acción humana.Nuestras emociones son determinantes en lo que podamos o no lograr en los contextos de familia, trabajo, aprendizaje, sociabilidad y  espiritualidad.                 
LA DISTINCIÓN ENTRE ESTADO DE ÁNIMO Y EMOCIONES
Cada vez que experimentamos un suceso inesperado se activa una emoción. Las asociamos con los quiebres, es decir, con interrupciones de nuestra transparencia, término que en la Ontología del Lenguaje se utiliza para identificar la continuidad de los sucesos.
Cuando hablamos de emociones, por lo tanto, podemos señalar las circunstancias particulares que las generan. Podemos identificar los acontecimientos que “gatillan” las emociones, según terminología utilizada por Maturana. Si estos acontecimientos desaparecen, normalmente las emociones que los acompañan también desaparecen. Las emociones son específicas (identificables y definidas: alegría, rabia, miedo, por ejemplo) y reactivas (son respuestas automáticas a los acontecimientos inesperados). Los acontecimientos las preceden. Al referirnos a las emociones, a menudo estamos observando la forma en que ellas  modifican nuestro horizonte de posibilidades.
El reconocimiento de la relación entre la emoción, cuerpo, lenguaje y  conocimiento, nos permite no sólo una determinada interpretación de los fenómenos emotivos, sino también de posibilidades concretas de pensamiento y acción.
ESTADOS DE ÁNIMO COMO MARCOS CONDUCTUALES
Los estados anímicos enmarcan las conductas desde las cuales realizamos nuestras acciones, mientras que las emociones tienen que ver con la forma en que respondemos a los sucesos. Con los estados de ánimo enmarcamos el horizonte de posibilidades. Cuando estamos en un determinado estado de ánimo, nos comportamos dentro de los parámetros que tal estado determina en nosotros.
En un impecable proceso de Coaching, las competencias de observación de los estados de ánimo y emociones, nos permite intervenir en el diseño de condiciones favorables para el cliente. Existe una estrecha relación entre emociones y estados de ánimo. Lo que empezó como una emoción ligada a un determinado acontecimiento, puede a menudo convertirse en un estado de ánimo, si dicha emoción permanece con la persona el tiempo suficiente y se hace parte de su marco conductual. Esto suele suceder con la experiencia o influencia de acontecimientos sensitivos importantes.
 Los estados de ánimo son constitutivos de la existencia humana. Diferentes hogares, empresas, instituciones, lugares, países, ciclos climáticos, estaciones del año, días de la semana, horas del día y la noche, edades,  tienen  diferentes estados anímicos.
Una pregunta que los coaches nos podemos hacer continuamente, para internalizar esta distinciones  ¿En que estado anímico tmeencuentro en este momento?
ESTADOS  ANÍMICOS Y ACCIÓN
Las emociones y estados de ánimo son predisposiciones para la acción. Dependiendo del estado de ánimo en que nos encontremos, ciertas acciones son posibles y otras no, algunas posibilidades están cerradas y otras no.
Nuestros estados anímicos también condicionan la forma en que efectuaremos esas acciones.  En los deportes competitivos es determínate la emoción y estado anímico desde el cual actúan los jugadores. Desde la más temprana infancia aprendemos de esta conexión entre estados emocionales y acción.
Nuestro reto como seres humanos es darnos cuenta de nuestras emociones y estados anímicos y desarrollar competencias para alinearlas con nuestros objetivos y metas. Cuando conversamos, por ejemplo, es importante asegurarnos  que el estado de ánimo de la conversación sea el adecuado para lograr lo que se espera que esa conversación produzca. El primer paso para modificar ese estado anímico a nuestro favor es observarlo, es decir, identificarlo: darnos cuenta de su presencia e influencia.
Esto nos hace volver a uno de los postulados básicos del Coaching: No nos es posible intervenir en un mundo que no somos capaces de observar.
Nuestras emociones y estados de ánimo son como lentes, y a través de ellos observamos el mundo. Las diferentes emociones y estados de ánimo son diferentes aperturas al futuro. Nuestros estados de ánimo conforman el mundo en el que vivimos. Los seres humanos no nos relacionamos con nuestro  entorno natural y social tal y como éste es, puesto que no sabemos cómo es realmente; sólo somos capaces de percibirlo de acuerdo con nuestra propia interpretación, estos es, según nuestro mapa mental, que, entre otras cosas, está siempre influido por nuestros estados de ánimo. En este sentido, cada estado de ánimo trae consigo su propio mundo.
Uno de los problemas que enfrentamos es que los estados de ánimo son a menudo transparentes para nosotros. No los notamos y, por lo tanto, juzgamos que lo que pertenece a nuestros estados de ánimo es propiedad de nuestro mundo. Normalmente suponemos que el mundo es tal cual lo observamos, sin detenernos a  examinar el papel que juega el observador en aquello que observa.
Normalmente no nos damos cuenta que estas características positivas y negativas no pertenecen al mundo mismo, como algo separado de nosotros, sino al observador que somos, según el estado de ánimo en que nos encontremos.
"Nuestro mundo reside en el estado de ánimo en que estemos. Cuando cambia nuestro  estado de ánimo, el mundo cambia con él."


Dos dominios complementarios de observación de los estados de ánimo.
Podemos darnos cuenta del estado de ánimo de una persona a partir de su postura corporal y de su lenguaje. Usamos la distinción de la corporalidad para referirnos a nuestra forma de gesticular, a nuestras posturas corporales, a la forma en que un individuo se mueve en su entorno y asuntos relacionados con el uso del cuerpo. Un cambio en nuestro estado emocional produce modificaciones biológicas. Un cambio en nuestro estado de ánimo puede provocar latidos del corazón más lentos o más rápidos, que el nivel de adrenalina en nuestra sangre sea más alto o más bajo, sudor, fatiga, dolor de estómago, etc.
De forma similar, el lenguaje influye positiva o negativamente en los estados anímicos, y viceversa.
1° Estados de ánimo desde el dominio de la corporalidad:
Podemos predecir qué postura corporal adoptarán las personas si sabemos en qué estado emocional se encuentran, y viceversa. Cuando cambian nuestros estados de ánimo, también lo hacen nuestras posturas corporales. Cambiando nuestras posturas corporales, podemos cambiar nuestros estados de ánimo. La forma en que nos paramos y movemos en el mundo, denota la forma en que enfrentamos el mundo.
2° Estados de ánimo desde el dominio del lenguaje:
Dependiendo del estado de ánimo en que nos encontremos, nuestras conversaciones son diferentes. Nuestro estado de ánimo cambia cuando alguien nos da una buena o mala noticia. Todos los días tenemos múltiples experiencias en las cuales observamos cómo lo que decimos influye en el estado de ánimo de la gente.
¿Qué ganamos con esta relación lenguaje, cuerpo y emoción?
1.     Nos permite ejecutar una reconstrucción lingüística de nuestros estados de ánimo y emociones.
2.     Desarrollamos tres dominios de acción y diseño: Lenguaje, cuerpo y emoción.
Sabemos que nuestra comunicación con otros se ve afectada por el estado de ánimo dentro del cual ésta se desarrolla. En un contexto de familia, empresa,  negocios,  o de coaching,  por ejemplo,  es importante alinear el estado anímico con los resultados que deseamos de la conversación. Es importante entonces actuar proactivamente en el diseño de estados anímicos adecuados a nuestros propósitos y mostrar la importancia de ellos a nuestros clientes en procesos de Coaching. 
Hacia una reconstrucción lingüística de los estados de ánimo.
Los estados de ánimo juegan un papel equivalente al de los juicios. El nexo entre estados de ánimo y juicios, permite asegurar:
 a) La relación de coherencia entre emocionalidad y lenguaje.
 b) Abre la posibilidad de una reconstrucción lingüística de los estados anímicos.
Podemos tratar los estados de ánimo como juicios automáticos que hacemos del mundo y de las posibilidades futuras que este mundo nos ofrece.
Cuando estamos en estados de ánimo positivos, tales como felicidad, entusiasmo, admiración, etc., nos encontramos en un mundo que está lleno de nuevas posibilidades para el futuro. Mientras que en estados de ánimo negativos, tales como tristeza, miedo, ansiedad, etc., nos encontramos en un mundo que cierra posibilidades.
Podemos reconstruir cualquier estado de ánimo tratándolo como un juicio automático, que puede ser revisado, modificado (re-encuadrado) en una conversación de Coaching.
Los estados de ánimo en contextos sociales.
Los estados de ánimo son contagiosos. Las comunidades determinan el estado de ánimo de los individuos que pertenecen a ellas, pero el conjunto de  individuos también determina el estado de ánimo de sus comunidades. El estado de ánimo colectivo que prevalece en una subasta de la Bolsa de Valores, por ejemplo, es diferente al de un restaurante de un club de montaña,  un domingo por la mañana.
Los líderes, directivos, gerentes, supervisores son, entre otras cosas, los diseñadores de los estados de ánimo en sus respectivas áreas de gestión empresarial. Los jefes de familia lo hacen en sus respectivos hogares. Los maestros y maestras en sus respectivas aulas.
Cada comunidad de personas tiene sus estados de ánimo particulares. El estado de ánimo de quienes prestan servicios en una empresa o institución pública es central para la construcción de su identidad e imagen. Los estados de ánimo sociales en una ciudad o país, determinan el horizonte de posibles acciones de la gente y, por lo tanto, constituyen un factor importante en la predicción de lo que pueden o no lograr. Se pueden movilizar los estados de ánimo sociales y convertirlos en fuerzas históricas importantes. La India de Ghandi y Los Estados Unidos de Martin Luther King, son dos ejemplos que ilustran esta afirmación.
¿Qué sucede cuándo no nos responsabilizamos por nuestros estados de ánimo y los de nuestro entorno inmediato?, y por el contrario, ¿Qué sucede cuándo sí nos responsabilizamos por nuestros estados de ánimo y los de nuestro  entorno  inmediato?
Los estados de ánimo como un dominio de diseño.
Cuando hablamos de diseñar contextos, reconocemos que nuestras acciones tienen la capacidad, entre muchos otros factores, de intervenir y modificar el curso actual de los acontecimientos. Como individuos, tenemos el potencial para ser  una fuerza activa que puede marcar diferencias. La interpretación de estados de ánimo incrementa el poder que tenemos como individuos, puesto que nos abre posibilidades de acción.
Los estados de ánimo y las posibilidades de acción están estrechamente conectadas y se influyen mutuamente. Al modificar nuestro horizonte de posibilidades modificamos nuestros estados de ánimo, y viceversa. Existe circularidad entre estados anímicos y posibilidades de acción. Es decir, actúo según mi estado anímico, del mismo modo que mi estado anímico es según actúo.

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